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domingo, diciembre 07, 2008

Comiendo combustibles sfósiles

Por Dale Allen Pfeiffer

Traducido por Ricardo Jiménez y revisado por Pedro Prieto.

© Copyright 2003, From The Wilderness Publications, Todos los derechos reservados. Este artículo NO PUEDE ser colocado en ningún sitio de Internet sin un permiso expreso por escrito. Contactar para ello con admin@copvcia.com. Puede hacerse circular, distribuirse o transmitirse con fines no comerciales.

Introducción por Michael C. Ruppert

[3 de octubre, 2003. 1200PDT, (FTW).- Hace algunos meses, preocupado por unas declaraciones hechas en París por el profesor de Princeton, Kennet Deffeyes, mostrando su preocupación por el impacto del cenit del petróleo y el gas sobre la producción de fertilizantes, encargué al editor responsable de energía, Dale Allen Pfeiffer que comenzase a mirar cómo afectaría la escasez de gas natural a la producción de fertilizantes. Su investigación le llevó a observar la totalidad de la producción alimentaria en los EE.UU. Dado que los EE.UU. y Canadá alimentan a una gran parte del mundo, las respuestas tienen implicaciones globales.

Lo que sigue es, con seguridad, el artículo más escalofriante que jamás he leído y es el más alarmante que FTW haya publicado jamás. Incluso aunque hemos visto a la CNN, al periódico británico The Independent y a la revista Jane’s Defence Weekly reconocer la realidad del cenit del petróleo y el gas en esta última semana, reconociendo que las reservas mundiales de gas y petróleo son un 80% inferiores a lo previsto, también vemos que no se ha dedicado apenas nada a pensar en el sinfín de crisis que ciertamente están por venir; al menos en términos de ideas accesibles al público.

Este artículo tiene unas conclusiones tan serias, que he adoptado la infrecuente decisión de subrayar algunasde sus conclusiones principales. Lo he hecho intentado que el lector trate a cada una de ellas como un hecho separado e increíblemente importante. Cada uno de estos hechos debería leerse y digerirse por separado para asimilar su importancia. Me vi a mí mismo leyendo un tema y levantándome a pasear, hasta que podía volver y leer (in)confortablemente el siguiente.

Dicho esto, la investigación y el reportaje de Dale Allen Pfeiffer confirma la peor de las sospechas de FTW sobre las consecuencias del cenit del petróleo y el gas y plantea cuestiones serias sobre qué hacer después. Sin que la menor de ellas sea el hecho de por qué, en un año de elecciones presidenciales, ninguno de los candidatos ha reconocido ni siquiera el problema. Hasta ahora, está claro que las soluciones a estos interrogantes, quizá los más importantes a los que la Humanidad se haya enfrentado, se encontrarán necesariamente en grupos y comunidades privadas, independientes o externas a la ayuda gubernamental. Que la búsqueda real de respuestas se haga ahora mismo o que la crisis llegue a ser inevitable, depende sólo de nosotros. Queda también claro de forma abrumadora que el agua potable, su adquisición y entrega, es una crisis que se cierne sobre todos nosotros, como la del cenit del petróleo y del gas. MCR]

3 de octubre de 2003, 1200 PDT, (FTW)

Los seres humanos (como el resto de animales) sacan su energía de los alimentos que comen. Hasta el siglo pasado, toda la energía de los alimentos disponible en este planeta se obtenía del sol a través de la fotosíntesis. Tanto si se comían plantas como si se comían animales que se alimentaban de las plantas, la energía del alimento procedía en última instancia del sol.

Habría sido absurdo creer que un día nos quedaríamos sin la luz del sol. No, la luz solar era un recurso abundante y renovable, y el proceso de la fotosíntesis alimentaría la toda vida sobre este planeta. También establece un límite sobre la cantidad de alimento que podría generarse en cada momento, y por lo tanto pondría un límite sobre el crecimiento de la población. La energía solar tiene un ritmo de flujo limitado en este planeta. Para aumentar la producción alimenticia, se ha de aumentar la superficie bajo cultivo, y desplazar a los competidores. No hay otro modo de aumentar la cantidad de energía disponible para la producción de alimentos. La población humana crece mediante el desplazo de todo lo demás y apropiándose más y más de la energía solar disponible.

La necesidad de aumentar la producción agrícola fue una de las causas comunes para la mayoría de las guerras en la historia que conocemos, junto con la expansión de la energía básica (y la producción agrícola es verdaderamente una parte esencial de la energía básica). Y cuando los europeos no pudieron ampliar más los cultivos, comenzaron con la tarea de conquistar el mundo. A los exploradores les siguieron los conquistadores y los comerciantes y los colonizadores. Las razones proclamadas para la expansión pueden haber sido el comercio, la avaricia, el imperio, o simplemente la curiosidad, pero en la base de todo ello, estaba la expansión de la productividad agraria.

Dondequiera que fueran los exploradores y los conquistadores, se podrán haber llevado el botín, pero dejaron las plantaciones. Y los colonizadores trabajaron duramente para limpiar la tierra y establecer sus propias granjas. Esta conquista y expansión fue antes de que no quedara sitio para más expansión. Por supuesto, hoy día, los terratenientes y los agricultores luchan por exigir todavía más tierra para la actividad agrícola, pero están luchando por las migajas. Hoy, prácticamente toda la tierra productiva en este planeta ha sido explotada por la agricultura. Lo que queda inutilizado es demasiado abrupto, demasiado húmedo, demasiado seco o la tierra carece de nutrientes.(1)

Justo cuando la producción agrícola no ya no pudo extenderse más mediante el aumento de la superficie cultivada, nuevas innovaciones vinieron a hacer posible una explotación más concienzuda de la superficie ya disponible. El proceso de desplazamiento de “plaga” y de apropiación para la agricultura acelerada con la revolución industrial como la mecanización de la agricultura aceleraron la limpieza y el cultivo de la tierra y aumentaron la cantidad de tierras de cultivo que podían ser atendidas por una persona. Con cada incremento en la producción alimenticia, la población humana crecía rápidamente.

En la actualidad, los seres humanos se han apropiado de cerca del 40% de todas las tierras con capacidad fotosintética.(2) En los EEUU se toma más de la mitad de la energía captada por fotosíntesis. (3) Hemos acaparado todo el patrimonio real primario sobre este planeta. El resto de la naturaleza se ve forzada a contraer deudas con lo que queda. Este es, sencillamente, uno de los factores principales para la extinción de especies y de la presión sobre los ecosistemas.

La Revolución Verde
En las décadas de 1950 y 1960, la agricultura experimentó una drástica transformación denominada comúnmente la Revolución Verde. La Revolución Verde fue el resultado de la industrialización de la agricultura. De parte del progreso surgieron nuevas plantas alimenticias híbridas, que producían unas cosechas alimenticias más productivas. Entre 1950 y 1984, la Revolución Verde transformó la agricultura a lo largo de todo el planeta y la producción de grano mundial aumentó en un 250%.(4) Ése es un aumento tremendo en la cantidad de energía alimenticia disponible para el consumo humano. Esta energía adicional no procedía de un incremento de la luz solar incidente, ni tampoco era resultado de introducir la agricultura en nuevas tierras. La energía de la Revolución Verde fue proporcionada por los combustibles fósiles en forma de fertilizantes (gas natural), pesticidas (petróleo) e irrigación alimentada por hidrocarburos.

La Revolución Verde aumentó el flujo de energía hacia la agricultura en una media de 50 veces la energía invertida en la agricultura tradicional.(5) En los casos más extremos, el consumo de energía por la agricultura aumentó 100 veces o más.(6)

En los EEUU, se gastan anualmente 400 galones de petróleo equivalente (1.514 litros según la equivalencia del galón estadounidense; 1 galón = 3’785 litros; n. del t.) para alimentar a cada estadounidense (datos proporcionados en 1994).(7) El consumo de energía agrícola se descompone como sigue:

  • 31% para la fabricación de fertilizantes inorgánicos.
  • 19% para el funcionamiento de la maquinaria agrícola.
  • 16% para el transporte.
  • 13% para regadíos.
  • 8% para aumentar la ganadería (no se incluye la alimentación del ganado).
  • 5% para el secado de cultivos.
  • 5% para la producción de pesticidas.
  • 8% gastos diversos (8)

No se incluyen en este gráfico los costes del embalaje, la refrigeración, el transporte hacia los puntos de venta al por menor y el uso de la cocina doméstica.

Para dar al lector una idea de la intensidad energética de la agricultura moderna, la producción de un kilo de fertilizante de nitrógeno requiere la energía equivalente de 1,4 a 1,8 litros de combustible diesel. No se considera el gas natural como materia prima.(9) De acuerdo a The Fertilizer Institute (http://www.tfi.org), en el período anual del 30 de junio de 2001 al 30 de junio de 2002, los Estados unidos utilizaron 12.009.300 de toneladas cortas de nitrógeno fertilizante.(10) Usando la cifra inferior de 1,4 litros de diesel equivalente por kilo de nitrógeno, esto equivale a la energía contenida en 15.300 millones de litros de combustible diesel o 96,2 millones de barriles.

Por supuesto, eso es sólo una comparación aproximada para dar una idea de la energía que la agricultura moderna requiere.

De una forma muy real, estamos comiendo literalmente combustibles fósiles. Sin embargo, debido a las leyes de la termodinámica, no hay una correspondencia directa entre la energía entrante y saliente en agricultura. A lo largo del proceso, hay una marcada perdida de energía. Entre 1945 y 1994, la inversión energética en la agricultura aumentó 120 veces, mientras que los rendimientos de las cosechas sólo aumentaron 90 veces.(11) Desde entonces, la inversión energética ha continuado incrementándose sin un aumento correspondiente en la productividad de las cosechas. Hemos alcanzado el punto de los retornos marginales. Pero debido a la degradación de la tierra, el aumento de demanda de gestión de plagas y el aumento del coste energético para el regadío (todo lo cual se examina más abajo), la agricultura moderna tiene que continuar aumentando sus gastos energéticos, simplemente para mantener la producción actual de las cosechas. La Revolución Verde está entrando en quiebra.

El coste de los combustibles fósiles
La energía solar es un recurso renovable, sólo limitado por el ritmo al que el sol baña a la tierra. Por otro lado, los combustibles fósiles son un recurso que pueden explotarse a un ritmo casi ilimitado. Sin embargo, a una escala de tiempo humana, los combustibles fósiles no son renovables. Representan un depósito de energía planetario, que podemos extraer al ritmo que deseemos, pero que a la larga se agotará sin posibilidad de renovarse. La Revolución Verde explotó este depósito de energía y lo utilizó para aumentar la producción agrícola.

El uso total de combustibles fósiles en Estados unidos ha aumentado 20 veces en las últimas cuatro décadas. En los EEUU, consumimos de 20 a 30 veces más energía de combustibles fósiles per capita que las personas de los países en desarrollo. La agricultura da cuenta directamente del 17% de toda la energía que se usa en este país.(12) Ya en 1990 estábamos utilizando 1000 litros (aproximadamente 6’41 barriles) de petróleo para producir alimentos de una hectárea de tierra.(13)

En 1994, David Pimentel y Mario Giampietro estimaron que la relación producción/inversión de la agricultura era de alrededor de 1,4.(14) Por cada 0,7 kilocalorías (kcal) de energía fósil consumida, la agricultura estadounidense producía 1 kcal de alimentos. La gráfica de inversión para esta relación se basó en estadísticas de la FAO (Organización de las Naciones unidas para la Alimentación y la Agricultura), que sólo tienen en cuenta los fertilizantes (sin incluir la materia prima de los mismos), el regadío, los pesticidas (sin incluir la materia prima de los mismos), la maquinaria y el combustible para las labores agrícolas. Otras inversiones energéticas agrícolas no consideradas fueron la energía y la maquinaria para secar los cultivos, el transporte de las inversiones y exportaciones hacia y desde la granja, la electricidad y la construcción y mantenimiento de las infraestructuras y edificios de la granja. Añadiendo las estimaciones del coste de estas energías, la relación inversión/producción baja a 1.(15) Esto todavía no incluye el gasto energético del embalaje, el envío a los puntos de venta al por menor, la refrigeración y la energía para cocinar.

En un estudio posterior, finalizado más tarde ése mismo año (1994), Giampietro y Pimentel obtuvieron una relación más precisa de la tasa de energía neta de los combustibles fósiles en la agricultura.(16) En este estudio, los autores definieron dos formas diferentes de gasto energético: la energía Endosomática y la energía Exosomática. La energía endosomática se genera a través de la transformación metabólica de la energía alimenticia en energía muscular en el cuerpo humano. La energía exosomática se genera mediante la transformación de la energía externa al cuerpo humano, tal como la quema de gasolina en un tractor. Esta evaluación permitió a los autores observar de forma aislada las inversiones en combustible fósil y en relación a otras inversiones.

Antes de la revolución industrial, prácticamente el 100% de la energía tanto endosomática como exosomática era producida por el sol. Los combustibles fósiles representan ahora el 90% de la energía exosomática utilizada en los Estados Unidos y otros países desarrollados. La típica relación exo/endo de las sociedades pre-industriales era de cerca de 4 a 1. En los Estados Unidos es más de 90 a 1.(18) La naturaleza de la forma en que usamos la energía exosomática también ha cambiado.

La gran mayoría de la energía endosomática, ya no se gasta en generar potencia para los procesos económicos directos. Ahora, la mayoría de la energía endosomática se utiliza para generar el flujo de información que dirige el flujo de energía exosomática que mueve a las máquinas. Considerando la razón de exo/endo de 90 a 1 en los Estados Unidos, cada kcal de energía endosomática gastada en EEUU induce la circulación de 90 kcal de energía exosomática. Como ejemplo de ello, un pequeño motor de gasolina puede convertir las 38.000 kcal de un galón de gasolina en 8’8 KWh (Kilovatios hora), lo que es igual a cerca de tres semanas de trabajo de un ser humano.(19)

En su cuidadoso estudio, Giampeitro y Pimentel hallaron que se necesitan 10 kcal de energía exosomática para producir 1 kcal de alimentos que llegue al consumidor en el sistema alimentario estadounidense. Esto incluye el embalaje y todos los gastos de envío, pero excluye el gasto energético de cocinar.(20) El sistema alimentario de EEUU consume diez veces más energía que la que produce en forma de alimentos. Esta disparidad es posible por las reservas de combustibles fósiles no renovables.

Suponiendo una cifra de 2.500 kcal per capita para la dieta diaria en los Estados Unidos, la razón de 10/1 se traduce en un coste de 35.000 kcal de energía exosomática per capita diaria. Sin embargo, considerando que el retorno medio en una hora de trabajo endosomático en los EEUU es alrededor de 100.000 kcal de energía exosomática, el flujo de energía exosomática requerido para proporcionar la dieta diaria se consigue en sólo 20 minutos de trabajo en nuestro sistema actual. Por desgracia, si se quitan los combustibles fósiles de la operación, la dieta diaria requerirá 111 horas de trabajo endosomático per capita; esto es, la dieta diaria en EEUU actualmente requeriría para producirse cerca de tres semanas de trabajo per capita.

Hablando claramente, si la producción de combustibles fósiles empieza a declinar la próxima década, habrá menos energía disponible para la producción de alimentos.

Suelo, tierras de cultivo y agua
La agricultura intensiva moderna es insostenible. La agricultura tecnológicamente mejorada ha aumentado la erosión de la tierra, ha contaminado y dejado al descubierto las aguas subterráneas y la superficie de éstas, e incluso (debido mayormente al aumento del uso de pesticidas) ha provocado graves problemas medioambientales y de salud pública. La erosión de la tierra, las agotadas tierras de cultivo y el descubrimiento de fuentes de agua nos conducen a su vez a un mayor uso de los combustibles fósiles y de productos de hidrocarburos. La mayoría de los fertilizantes basados en los hidrocarburos tienen que ser aplicados, junto con más pesticidas; el riego con agua requiere más energía en el bombeo; y se utilizan combustibles fósiles para tratar el agua contaminada.

Lleva 500 años reemplazar una pulgada (2,54 cm, n. del t.) de la capa superficial del suelo.(21) En un entorno natural, la capa superficial del suelo se crea por la descomposición de la materia vegetal y la erosión de la roca, y se protege de la erosión por las plantas que crecen sobre ella. En la tierra hecha para la agricultura, la erosión está reduciendo la productividad en más de un 65% cada año.(22) Las praderas originarias, que constituyen el granero de los EEUU, han perdido la mitad de su capa superficial tras cerca de 100 años de cultivo. Esta tierra se está erosionando 30 veces más rápido que el ritmo de formación natural.(23) Los cultivos de alimentos son mucho más exigentes (en nutrientes) que los pastos naturales que una vez cubrieron las Grandes Llanuras. El resultado es que la capa superficial de la tierra tiene cada vez menos sus nutrientes. La erosión de la tierra y el agotamiento de los minerales está costando cerca de 20 mil millones de dólares de nutrientes vegetales en las tierras agrícolas estadounidenses cada año. (24) La mayoría de la tierra de las Grandes Llanuras es poco más que una esponja a la que debemos echar fertilizantes basados en hidrocarburos para poder producir cosechas.

En EEUU, se pierden cada año más de 2 millones de acres (800.000 hectáreas, n. del t.) de tierras de cultivo, debido a la erosión, a la salinización y a la explotación de los acuíferos. A esto hay que añadir que la urbanización, la construcción de carreteras y la industriase llevan otro millón de acres (400.000 hectáreas) de las tierras de cultivo.(24) Aproximadamente tres cuartas partes de la superficie de EEUU se dedican a la agricultura y a la ingeniería forestal comercial.(25) La expansión de la población humana está aumentando la presión sobre la disponibilidad de la tierra. Por cierto sólo queda disponible una pequeña parte de la superficie de EEUU para las tecnologías de energía solar necesarias para apoyar la economía basada en la energía solar. La superficie para cosechar biomasa también está limitada. Por esta razón, el desarrollo de la energía solar o la biomasa debe ser a expensas de la agricultura.

La agricultura moderna también ejerce presión sobre nuestros recursos acuíferos. Ésta consume, por lo menos, el 80% de todos los recursos de agua dulce de EEUU.(26) .Se está dando una sobreexplotación en muchos de los recursos de agua superficial, especialmente en el oeste y en el sur. El típico ejemplo es el río Colorado, el cual llega en un hilillo de agua al Pacífico. Aún así, el agua superficial proporciona sólo el 60% del agua utilizada para la irrigación; la restante, y en algunos lugares la mayoría del agua para regadía, proviene de acuíferos subterráneos. El agua subterránea se recarga lentamente por la filtración del agua de lluvia a través de la corteza de la tierra. Menos del 0.1% de los acuíferos subterráneos almacenados que se explotan en la actualidad se reemplazan por la lluvia.(27) El gran acuífero de Ogallala, que provee a la agricultura, la industria y al uso doméstico en la mayoría de las llanuras del centro y del sur tiene una sobreexplotación anual que supera en un 160% su ritmo de recarga. El acuífero de Ogalalla se volverá improductivo en cuestión de décadas.(28)

Podemos ilustrar la demanda que la agricultura moderna supone sobre los recursos acuíferos observando una tierra de cultivo de trigo. Una cosecha de trigo que produzca 118 bushels (medida de capacidad que equivale a 35,24 dm3, n. del .t) por acre y año requiere más de 500.000 galones por acre (18.925.000 dm3 por cada 4 kilómetros cuadrados, aproximadamente) de agua durante la época de cultivo. La producción de una libra (453,6 gramos) de maíz requiere 1.400 libras (ó 175 galones [5.300 litros]) de agua.(29) Aunque se hace algo para bajar estos niveles de consumo, la agricultura moderna fomentará en los EEUU una crisis del agua.

En las dos últimas décadas, el uso de pesticidas basados en hidrocarburos en los EEUU aumentó unas 33 veces, y cada año se pierden más cosechas por las plagas.(30) Este es el resultado del abandono de la práctica de rotación de cultivos tradicional. Cerca del 50% de la tierra cultivada con trigo de los EEUU está aumentando continuamente, como un monocultivo.(31) Esto produce un aumento de las plagas del trigo, que requieren sucesivamente el uso de más pesticidas. La utilización de pesticidas sobre los cultivos de maíz se ha incrementado 1.000 veces, incluso antes de la introducción del trigo resistente a los pesticidas genéticamente modificados. Sin embargo, las perdidas de maíz han aumentado 4 veces.(32)

La agricultura intensiva moderna es insostenible. Daña la tierra, seca los recursos acuíferos y contamina el medioambiente. Y todo esto requiere una inversión cada vez mayor de combustibles fósiles para bombear el riego por agua, para reemplazar los nutrientes, para proporcionar protección contra las plagas, para reparar el medioambiente y simplemente para mantener constante la producción de las cosechas. Esta inversión necesaria de combustibles fósiles va a quebrarse precipitadamente en una declinante producción de combustibles fósiles.

El consumo en los EEUU
En los EEUU, cada persona consume una media de 2.175 libras (986 kilogramos, n. del t.) de comida por persona al año. Esto coloca al consumidor estadounidense con una media diaria de consumo energético de 3.600 Kcalorías. La media del mundo está en 2.700 Kcalorías por día.(33) Por lo menos, el 19% de la ingesta calórica de los EEUU proviene de la comida rápida. La comida rápida representa el 34% del total del consumo alimenticio de media para el ciudadano medio estadounidense. El ciudadano medio cena fuera una comida de cada cuatro.(34)

Un tercio del consumo calórico del estadounidense medio proviene de fuentes animales (incluyendo productos diarios), ascendiendo a 800 libras (363 kilogramos, aproximadamente, n. del t.) por persona y año. Esta dieta significa que los ciudadanos estadounidenses obtienen el 40% de sus calorías de grasa animal; casi la mitad de su dieta de grasas.(35)

Los estadounidenses son también grandes consumidores de agua. Hace una década los estadounidenses consumían 1.450 galones al día per capita (aproximadamente 5.490 l/d/c, n. del t.), la gran mayoría dedicada a la agricultura. Teniendo en cuenta el aumento de población previsto, el consumo estimado hacia 2050 es de 700 g/d/c (aproximadamente 2.650 l/d/c), lo que los hidrólogos consideran es la cantidad mínima para las necesidades humanas.(36) Esto sin tener en cuenta la producción en decadencia de los combustibles fósiles.

Proporcionar todo este alimento, exige la aplicación de 0,6 millones de toneladas métricas de pesticidas al año. Esto es alrededor de un quinto del uso total mundial anual de pesticidas, estimado en 2’5 millones de toneladas.(37), La mayoría del fertilizante nitrogenado que se utiliza al año en todo el mundo se puede suplir a través de fuentes naturales. Igualmente, el agua es bombeada de los acuíferos subterráneos a un ritmo mayor del que se repone. Y las reservas de importantes minerales, como el fósforo y el potasio, se están agotando rápidamente.(38)

El consumo total de energía en los EEUU es más de tres veces la cantidad de energía solar recogida como productos de cultivo y forestales. Los Estados unidos consumen un 40% más de energía al año que la cantidad total de energía solar capturada anualmente por toda la biomasa en este país. El uso de energía fósil per capita en Norte América es cinco veces la media mundial.(39)

Nuestra prosperidad está construida sobre el principio de agotar los recursos mundiales tan rápido como sea posible, sin pensar en nuestros vecinos, en el resto de la vida sobre el planeta o en nuestros hijos e hijas.

Población y sostenibilidad
Considerando un ritmo de crecimiento anual del 1,1 %, se prevé que la población en los EEUU se duplique en 2050. Según la población se expanda, se estima que se perderá un acre (1 acre = 0,4 hectáreas) de tierra por cada persona nacida en los EEUU. Actualmente, hay 1,8 acres de tierra cultivable disponible para cultivar alimentos por cada ciudadano estadounidense. Hacia 2050, esto disminuirá a 0,6 acres. Se requieren 1,2 acres para mantener los actuales niveles dietéticos.(40)

Actualmente, sólo dos naciones en este planeta son grandes exportadores de grano: los Estados Unidos y Canadá.(41) Hacia 2025 se espera que los EEUU cesen de ser un exportados de alimentos debido a la demanda interna. El impacto sobre la economía de los EEUU podría ser devastador, ya que las exportaciones de alimentos reportan anualmente 40 mil millones de dólares a los EEUU. O todavía más importante, millones de personas en todo el mundo podrían morirse de hambre sin las exportaciones de alimentos de los EEUU.(42)

A nivel nacional, 34,6 millones de personas están viviendo en la pobreza según los datos censales de 2002.(43) y este número está aumentando continuamente a un ritmo alarmante. Muchas de estas personas no tienen una dieta suficiente. Si la situación empeora, este número aumentará y EEUU presenciará crecientes casos fatales de muertes por inanición.

Hay algunas cosas que podemos hacer para al menos aliviar esta tragedia. Se sugiere racionalizar la agricultura para eliminar las pérdidas, el derroche y la mala administración, puede reducir las necesidades energéticas para la producción de alimentos en más de la mitad.(35) En lugar de fertilizantes basados en combustibles fósiles, podríamos utilizar el estiércol del ganado que ahora se desperdicia. Se estima que el abono animal contiene cinco veces la cantidad de fertilizante que actualmente se utiliza cada año.(36) Quizás lo más efectivo sería eliminar también la carne de nuestra dieta.(37)

Mario Giampietro y David Pimentel postulan que sólo es posible un sistema alimenticio sostenible si se dan cuatro condiciones:

1. Se deben poner en práctica tecnologías agrícolas que respeten el medioambiente.

2. Se deben poner en marcha tecnologías de energías renovables.

3. Un mayor aumento de la eficiencia energética debe reducir el consumo de energía exosomática per capita

4. El tamaño de la población y el consumo deben ser compatibles con el mantenimiento de la actividad de los procesos medioambientales.(38)

Si se dan las tres primeras condiciones, con una reducción a menos de la mitad del consumo de energía exosomática per capita, los autores sitúan la población máxima para una economía sostenible en 200 millones (en los EEUU, n. del t.).(39) Otros estudios han dado resultados similares (Energy and Population, Werbos, Paul J;: Impact of Population Growth on Food Supplies and Environment, Pimentel, David, et al).

Dado que la población actual de los EEUU supera los 292 millones,(40) eso significaría una reducción de 92 millones. Para conseguir una economía sostenible y evitar el desastre, EEUU debe reducir su población en al menos un tercio. La peste negra durante el siglo XIV se cobró aproximadamente un tercio de la población europea (y más de la mitad de las poblaciones asiáticas e hindúes) sumiendo al continente en unas tinieblas de las que le costó casi dos siglos salir.(41)

Ninguna de estas investigaciones tiene en consideración el impacto de la producción decadente de combustibles fósiles. Los autores de todos estos estudios creen que la mencionada crisis agrícola sólo empezará a afectarnos después de 2020, y no se volverá crítica hasta 2050. El alcance actual del cenit mundial de producción de petróleo (y, posteriormente, el descenso de la producción), junto al cenit de la producción de gas natural en Norte América precipitará muy probablemente esta crisis agrícola mucho antes de lo que se espera. Con bastante probabilidad, una reducción de la población de EEUU en un tercio no será efectiva para la sostenibilidad; la reducción necesaria debe superar la mitad. Y, para la sostenibilidad, la población global tendrá que reducirse de los actuales 6.320 millones de personas (42) a 2 mil millones –una reducción del 68% ó de dos tercios. El fin de esta década podría ver una subida vertiginosa e incesante del precio de los alimentos. Y la próxima década podría ver la muerte masiva por inanición a un nivel global como nunca había experimentado antes la raza humana.

Tres opciones
Considerando la grave necesidad de la reducción de la población, hay tres opciones obvias por delante.

Podemos convertirnos en una sociedad consciente de nuestro dilema y elegir conscientemente no añadir más personas a nuestra población. Esta sería la mejor de nuestras tres opciones, para elegir de forma consciente y con libertad reducir responsablemente nuestra población. Sin embargo, esto deja a un lado nuestro imperativo biológico de procrear. Es, además, complicado por la capacidad de la medicina moderna de prolongar nuestra longevidad y por el rechazo del Derecho Religioso a ocuparse de la administración de los asuntos de población. Y además, hay un fuerte grupo de presión empresarial para mantener un alto ritmo de inmigración con que mantener bajos los costes laborales. Aunque, probablemente, esta sea nuestra mejor opción, es la que con menos probabilidad se elegirá.

Si se fracasa en esta forma responsable de disminuir nuestra población, podemos forzar la reducción de la población a través de regulaciones gubernamentales. ¿Es necesario de mencionar lo desagradable que sería esta opción? ¿Cuántos de nosotros elegirían vivir en un mundo de esterilización y cuotas obligatorias de población bajo penas legales? ¿Sería posible llevar a una muerte selectiva a la población, utilizando los principios de la eugenesia?

Esto nos deja con la tercera opción, la cual presenta un cuadro indescriptible de sufrimiento y muerte. Si no terminamos de reconocer la crisis que se avecina y nos determinamos a afrontarla, nos enfrentamos a una mortandad masiva (die-off, en inglés, n. del t.) de la que la civilización, muy posiblemente, jamás se recuperará. Perderemos, muy probablemente, más de lo necesario para la sostenibilidad. En un escenario de mortandad masiva, las condiciones se deteriorarán de tal manera, que la población humana que sobreviva sería un porcentaje insignificante de la población actual. Y aquellos supervivientes sufrirían el trauma de vivir la muerte de su civilización, de sus semejantes, de sus amigos y su familia. Aquellos supervivientes habrán visto su mundo derrumbándose hasta la nada.

Las preguntas que debemos hacernos ahora son, ¿cómo podemos permitir que ocurra esto, y qué podemos hacer para prevenirlo? ¿Significa tanto para nosotros nuestro actual estilo de vida que nos está acercando tan rápidamente, a nosotros y a nuestros hijos a esta tragedia, simplemente por unos años más de consumo ostentoso?

Nota del autor
Este es posiblemente el artículo más importante que he escrito hasta la fecha. Es con seguridad el más aterrador, y la conclusión es la más sombría que jamás he escrito. Este artículo, probablemente, afectará al lector o a la lectora; a mí me a afectado sin duda alguna. Sin embargo es importante para nuestro futuro que este escrito sea leído, conocido y discutido.

Yo soy por naturaleza positivo y optimista. A pesar de este artículo, continúo creyendo que podemos encontrar una solución positiva a esta crisis múltiple que se nos echa encima. Aunque este artículo pueda provocar una marea de respuestas iracundas, es simplemente un informe extraído de hechos, datos y conclusiones obvias.

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NOTAS FINALES

1. Capacidad de la tierra agrícola para la producción de cultivos y ganado. (Availability of agricultural land for crop and livestock production) Buringh, P. Food and Natural Resources, Pimentel, D. And Hall. C. W. (eds), Academic Press, 1989.

2. Apropiación humana de los productos de la fotosíntesis, (Human appropriation of the products of photosynthesis) Vitousek, P. M. et al. Bioscience 36, 1986.

3. Land, Energy and Water: the constraints governing Ideal US Population Size, Pimentel, David and Pimentel, Marcia. Focus, Spring, 1991. NPG Forum, 1990.

4. Constraints on the Expansion of Global Oil Supply, Kindell, Hnery H. And Pimentel, David. Ambio Vol. 23 No. 3, May 1994. The Royal Swedish Academic of Sciences.

5. The Tightening Conflict: Population, Energy Use and the Ecology of Agriculture, Giampietro, Mario and Pimentel, David, 1994.

6. Op. Cit. Ver Nota 4.

7. Food, Land, Population and the US Economy, Pimentel, David and Giampietro, Mario. Carrying Capacity Network, 11/21/1994.

8. Comparación de la inversión de energía para los fertilizantes inorgánicos y la producción de trigo basada en estiércol, (Comparison of energy inputs for inorganic fertilizer and manure based corn production) Mc Laughling, NB., et al. Canadian Agriculture Engineering, Vol 42, No. 1, 2000.

9. Ídem.

10. Us Fertilizer Use Statistics.

11. Food, Land, Population and the US Economy, Executive Summary, Pimentel, David and Giampietro, Mario. Carrying Capacity Network 11/21/1994.

12. Ídem.

13. Op. Cit. Ver Nota 3.

14. Op. Cit. Ver Nota 7.

15. Ídem.

16. Op. Cit. Ver Nota 5.

17. Ídem.

18. Ídem.

19. Ídem

20. Ídem

21. Op. Cit. Ver Nota 11.

22. Ídem.

23. Ídem.

24. Ídem.

25. Op. Cit. Ver Nota 3.

26. Op. Cit. Ver Nota 11.

27. Ídem.

28. Ídem.

29. Ídem.

30. Op. Cit. Ver Nota 3.

31. Op. Cit. Ver Nota 5.

32. Op. Cit. Ver Nota 3.

33. Op. Cit. Ver Nota 11.

34. Food, Consumption and Access, Lynn Brantley, et al. Capital Area Food Bank, 6/1/2001.

35. Op. Cit. Ver Nota 11.

36. Ídem.

37. Op. Cit. Ver Nota 5.

38. Ídem

39. Ídem.

40. Op. Cit. Ver Nota 11.

41. Op. Cit. Ver Nota 4.

42. Op. Cit. Ver Nota 11.

43. Poverty 2002. The U.S. Census Bureau.

35. Op. Cit. Ver Nota 3.

36. Ídem.

37. Diet for a Small Planet, Lappé, Frances Moore. Ballantine Books, 1971-revised 1991.

38. Op. Cit. Ver Nota 5.

39. Ídem.

40. U.S. and World Populations Clocks. U.S. Census Bureau.

41. A Distant Mirror, Tuckman, Barbara. Ballantine Books, 1978.

42. Op. Cit. Ver nota 40.